La poción de Deemo

Hay seres que simplemente no están destinados a estar juntos en esta vida, pero una vez se han conocido pasan el resto de sus días buscándose en otros rostros, en otros gestos. En hermosas miradas que en nada se asemejan a la que en un momento dado significó un antes y un después en una oscuridad sin luna. Y pueden fingir que nunca ha existido pero los sueños no mienten.

No siempre recordamos lo que soñamos cuando despertamos, se queda en el subconsciente, y este es tan travieso que es capaz de aparecer cuando menos lo esperas. Incluso cuando estás rodeado de gente a la luz de promesas infinitas, porque entonces recuerdas que te falta algo, «¿qué será?», te preguntas. Conoces la respuesta, pero la ignoras, porque te has repetido tantas veces que no es posible que realmente se ha convertido en inalcanzable. La noche se alarga más de lo esperado, has corrido tanto para llegar a ese bosque que no entiendes el latido doloroso que aparece de la nada; sabe a nostalgia, y el beso del crepúsculo trae esperanzas de olvido, pero es imposible borrar a un fantasma.

Todo esto ya lo sabía Deemo, el jerbo más listo de su promoción, cuando tuvo que decidir el porvenir de dos seres destinados a buscarse vida tras vida, hasta dar con el momento y el lugar adecuado. Habría querido decirles que nunca llegaría ese instante porque no existe. Que no hay que dejar pasar la oportunidad de vivir un amor verdadero aunque vayas en un barco sin vela, porque al final acaba impulsándolo tu corazón y la naturaleza confabula a tu favor creando vientos, difuminando nubarrones. Haciendo visibles los faros.

Ojalá pudiera haberles contado que hay que dejar a un lado el orgullo, que habían pasado por varios mundos y como nunca habían conseguido estar juntos, esta iba a ser la última oportunidad para hacerlo.

Normalmente para Deemo no era complicado tomar una decisión, ya que solamente tenía que cerrar los ojos y escuchar la canción que ambos seres, en conjunto, inspiraban. Entonces creaba un encuentro donde se pronunciarían las palabras «para siempre» o «nunca jamás». El problema era que las canciones que sonaban decían ambas cosas.

Pidió consejo en el Distrito de la Verdad y allí le dijeron que él no podía hacer nada porque hay algunos amantes que son capaces de esconder lo que sienten y aunque se programe un encuentro, si suenan varias canciones a la vez y el rencor pesa más que el anhelo siempre acaba ganando el primero.

«¿Y si pudieran verse una vez más? ¿Y si utilizara con ellos la poción que suprime todas las malas emociones y sentimientos malvados, para que pudieran ser sinceros tanto con ellos mismos como con el otro?», pensó. Aunque descubrieran que ya no quedan sentimientos, porque a cambio ya no existirían más latidos nostálgicos y puede que tal vez aquellas hermosas miradas que contemplan en otros recobraran más fuerza y más sentido.

El problema era que para crear ese encuentro antes ambos debían poner de su parte. Sí, todo esto era muy complicado para Deemo. Después de darle muchas vueltas al asunto pensó que lo que iba a hacer era interceder a través de los sueños, mostrándoles aquellos momentos inolvidables donde previamente habría esparcido la poción. De esta manera sabrían cómo actuar porque no habría mentiras, dolor ni secretos. Esta vez no iba a hacer nada más que eso. Dejaría que fuera el tiempo el que los reuniera. No sabía cuándo iba a ser ni dónde. Además, para entonces los días podrían haberlos cambiado. A lo mejor uno había intentado acercarse bajo los efectos de la poción y el otro le había cerrado la puerta consumiéndose en sus sentimientos. Quizás, al final, solo fueran dos extraños.

© Némesis Fuster. Art by Hira.Todos los derechos reservados.

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